Octubre de 1962
Queridos compañeros: Una de las tareas más gratas de un revolucionario es ir observando en el
transcurso de los años de revolución cómo se van formando, decantando y fortaleciendo las
instituciones que nacieron al inicio de la revolución; cómo se convierten en verdaderas
instituciones con fuerza, vigor y autoridad entre las masas, aquellas organizaciones que empezaron
en pequeña escala, con muchas dificultades, con muchas indecisiones, y se fueron transformando,
mediante el trabajo diario y el contacto con las masas, en pujantes representaciones del movimiento
revolucionario de hoy.
La Unión de Jóvenes Comunistas tiene casi los mismos años que nuestra
revolución, a través de los distintos nombres, a través de las distintas formas de organización. Al
principio fue una emanación del Ejército Rebelde. De allí quizás surgiera también su nombre. Era una
organización ligada al ejército para iniciar a la juventud cubana en las tareas masivas de la
defensa nacional que era el problema más urgente y el que precisaba de una solución más rápida.
En el antiguo Departamento de Instrucción del Ejército Rebelde nacieron la
Asociación de Jóvenes Rebeldes y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Después adquirieron vida
propia: esta última la de una pujante formación de pueblo armado, representante del pueblo armado y
con categoría propia, fundida con nuestro ejército en las tareas de defensa. La otra, como una
organización destinada a la superación política de la juventud cubana.
Después, cuando se fue consolidando la revolución y pudimos ya plantearnos
las tareas nuevas que se ven en el horizonte sugirió el compañero Fidel el cambio de nombre de esta
organización. Un cambio de nombre que es toda una expresión de principios. La Unión de Jóvenes
Comunistas, está directamente orientada hacia el futuro. Está vertebrada con vista al futuro luminoso
de la sociedad socialista, después de atravesar el camino difícil en que estamos ahora de la
construcción de una sociedad nueva, en el camino del afianzamiento total de la dictadura de clase,
expresada a través de la sociedad socialista para llegar finalmente a la sociedad sin clases, la
sociedad perfecta, la sociedad que ustedes serán los encargados de construir, de orientar y de
dirigir en el futuro.
Para ello, la Unión de Jóvenes Comunistas alza sus símbolos, que son los
símbolos de todo el pueblo de Cuba: el estudio, el trabajo y el fusil.
Y en sus medallones se muestran dos de los más latos exponentes de la
juventud cubana, muertos ambos trágicamente sin poder llegar a ver el resultado final de esta lucha
en que todos estamos empeñados: Julio Antonio Mella y Camilo Cienfuegos.
En este segundo aniversario, en esta hora de construcción febril, de
preparativos constantes para la defensa del país, de preparación técnica y tecnológica acelerada al
máximo, debe plantearse siempre, y ante todo, el problema de qué es y qué debe ser la Unión de
Jóvenes Comunistas.
La Unión de Jóvenes Comunistas tiene que definirse con una sola palabra:
vanguardia. Ustedes, compañeros, deben ser la vanguardia de todos los movimientos. Los primeros en
los sacrificios que la revolución demande, cualquiera que sea la índole de esos sacrificios. Los
primeros en el trabajo. Los primeros en el estudio. Los primeros en la defensa del país.
Y plantearse esta tarea no sólo como la expresión total de la juventud de
Cuba, no sólo como una tarea de grandes masas vertebradas en una institución, sino como las tareas
diarias de cada uno de los integrantes de la Unión de Jóvenes Comunistas. Para ello, hay que
plantearse tareas reales y concretas: tareas de trabajo cotidiano que no pueden admitir el más
mínimo desmayo.
La organización debe estar constantemente unida a todo el trabajo que se
desarrolle en la Unión de Jóvenes Comunistas. La organización es la clave que permite atenazar las
iniciativas que surgen de los líderes de la revolución, las iniciativas que plantea en reiteradas
oportunidades nuestro Primer Ministro, y las iniciativas que surgen del seno de la clase obrera, que
deben transformarse también en directivas precisas, en ideas precisas para la acción subsiguiente.
Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de
impulso, van perdiendo eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo, y acaban
por ser simplemente un recuerdo.
Hago esta advertencia porque muchas veces en este corto y, sin embargo, tan
rico período de nuestra revolución, muchas grandes iniciativas han fracasado, han caído en el olvido
por la falta del aparato organizativo necesario para poder sustentarlas y llevarlas a buen fin.
Al mismo tiempo, todos y cada uno de ustedes deben tener presente que ser
joven comunista, pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, no es una gracia que alguien les
concede, ni es una gracia que ustedes conceden al estado o a la revolución. Pertenecer a la Unión de
Jóvenes Comunistas debe ser el más alto honor de un joven de la sociedad nueva. Debe ser un honor
por el que luchen en cada momento de su existencia. Y, además, el honor de mantenerse y mantener en
alto el nombre individual dentro del gran nombre de la Unión de Jóvenes Comunistas.
En esta forma avanzaremos aún más rápidamente. Acostumbrándonos a pensar
como masa, a actuar con las iniciativas que nos brinda la masa obrera y las iniciativas de nuestros
máximos dirigentes; y, al mismo tiempo, actuar siempre como individuos, permanentemente preocupados
de nuestros propios actos, permanentemente preocupados de no manchar nuestro nombre ni el nombre de
la asociación a que pertenecemos.
Después de dos años podemos recapitular y observar cuáles han sido los
resultados de esta tarea. Y hay enormes logros en la vida de la Unión de Jóvenes Comunistas. Uno de
los más importantes, de los más espectaculares, ha sido el de la defensa.
Los jóvenes que primero -algunos de ellos-, subieron los cinco pisos del
Turquino; los que se enrolaron en una serie de organizaciones militares, todos los que empuñaron el
fusil en los momentos de peligro estuvieron prestos a defender la revolución en cada uno de los
lugares donde se esperaba la invasión o la acción enemiga.
A los jóvenes de Playa Girón les cupo el altisimo honor de poder defender
allí a nuestra revolución, defender allí las instituciones que hemos creado a fuerza de sacrificio,
los logros que todo el pueblo ha conseguido en años de lucha; toda nuestra revolución se defendió
allí en setenta y dos horas de lucha.
La intención del enemigo era crear una cabeza de playa suficientemente fuerte,
con un aeropuerto dentro, que permitiera hostilizar todo nuestro territorio, bombardearlo
inmisericordiosamente, convertir nuestras fábricas en cenizas, reducir a polvo nuestros medios de
comunicación, arruinar nuestra agricultura. En una palabra: sembrar el caos en nuestro país. La
acción decidida del pueblo liquidó la intentona imperialista en sólo setenta y dos horas.
Jóvenes que aún eran niños, se cubrieron de gloria. Algunos están hoy aquí
como exponentes de esa juventud heroica, y de otros nos queda por lo menos su nombre como recuerdo,
como acicate para nuevas batallas, para nuevos heroísmos.
En el momento en que la defensa del país era la tarea más importante la
Juventud estuvo presente. Hoy la defensa del país sigue ocupando el primer lugar en nuestros deberes.
Pero no debemos olvidar que la consigna que guía a los Jóvenes Comunistas está íntimamente unida
entres sí: no puede haber defensa del país solamente en el ejército de las armas, prestos a la
defensa, sino que, además debemos defender el país construyendo con nuestro trabajo y preparando los
nuevos cuadros técnicos para acelerar su desarrollo en los años venideros. Ahora esta tarea adquiere
una importancia enorme y está a la misma altura que la del ejército directo de las armas.
Cuando se plantearon problemas como estos la juventud dijo presente una vez.
Los Jóvenes brigadistas respondieron al llamamiento de la revolución. Invadieron todos los rincones
del país. Y así, en pocos meses y en batalla muy dura -donde hubo incluso mártires de la revolución,
mártires de la educación-, pudimos anunciar una situación nueva en América: la de que Cuba era el
territorio libre de analfabetismo en América.
El estudio a todos los niveles es también hoy una tarea de la juventud. El
estudio mezclado con el trabajo, como en los casos de los jóvenes estudiantes que están recogiendo
café en Oriente, que utilizan sus vacaciones para recoger un grano tan importante en nuestro país,
para nuestro comercio exterior, para nosotros, que consumimos una gran cantidad de café todos los
días. Esta tarea es similar a la de la alfabetización. Es una tarea de sacrificio que se hace
alegremente, reuniéndose los compañeros estudiantes -una vez más- en las montañas de nuestro país
para llevar su mensaje revolucionario.
Son muy importantes esas tareas porque dentro de ella la Unión de Jóvenes
Comunistas, los jóvenes comunistas no solamente dan. Reciben, y en algunos casos más de lo que dan:
adquieren experiencias nuevas, una nueva experiencia del contacto humano, nuevas experiencias de cómo
viven nuestro campesinos, de cómo es el trabajo y la vida en los lugares apartados, de todo lo que
hay que hacer para elevar aquellas regiones al mismo nivel que los lugares más habitables del campo
y las ciudades. Adquieren experiencia y madurez revolucionarias.
Los compañeros que pasan por aquellas tareas de alfabetizar o recoger café,
en contacto directo con nuestro pueblo ayudándolo lejos de sus hogares reciben -puedo afirmarlo- más
aún de lo que dan, ¡y lo que dan es mucho!
Esta es la educación que mejor cuadra a una juventud que se prepara para el
comunismo: la forma de educación en la cual el trabajo pierde la categoría de obsesión que tiene en
el mundo capitalista y pasa a ser un grato deber social, que se realiza con alegría, que se realiza
al son de cánticos revolucionarios, en medio de la camaradería más fraternal, en medio de contactos
humanos que vigorizan a unos y otros, y a todos elevan.
Además, la Unión de Jóvenes Comunistas ha avanzado mucho en su organización.
De aquel débil embrión que se formó como apéndice del Ejército Rebelde, a esta organización de hoy,
hay una gran diferencia. Por todas partes, en todos los centros de trabajo, en todos los organismos
administrativos, en todos los lugares donde puedan ejercer su acción, allí hay jóvenes comunistas y
allí están trabajando para la revolución.
El alcance organizativo debe ser considerado también como un logro importante
de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Sin embargo, compañeros, en este camino difícil ha habido muchos problemas,
ha habido dificultades grandes, ha habido errores groseros, y no siempre hemos podido superarlos. Es
evidente que la Unión de Jóvenes Comunistas, como organismo menor, como hermano menor de las
Organizaciones Revolucionarias Integradas, tiene que beber allí de las experiencias de los compañeros
que ha trabajado más en todas las tareas revolucionarias, y debe escuchar siempre -con respeto- la
voz de esa experiencia.
Pero la juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es una anomalía,
realmente. Y a la Unión de Jóvenes Comunistas le ha faltado un poco de espíritu creador. Ha sido, a
través de su dirigencia, demasiado dócil, demasiado respetuosa y poco decidida a plantearse problemas
propios.
Hoy se está rompiendo eso. El compañero Joel nos hablaba de las iniciativas
de los trabajos en las granjas. Son ejemplos de cómo se empieza a romper la dependencia total -que
se convierte en absurda- de un organismo mayor, cómo se empieza a pensar con la propia cabeza.
Pero es que nosotros, y nuestra juventud con todos nosotros, está
convaleciendo de una enfermedad que, afortunadamente, no fue muy larga, pero que influyó mucho en el
retraso del desarrollo de la profundización ideológica de nuestra revolución. Somos todos
convalecientes de ese mal, llamado sectarismo.
¿A qué condujo el sectarismo? Condujo a la copia mecánica, a los análisis
formales, a la separación entre la dirigencia y las masas. Incluso en nuestra Dirección Nacional, y
el reflejo directo se produjo aquí, en la Unión de Jóvenes Comunistas.
Si nosotros -también desorientados por el fenómeno del sectarismo- no
alcanzábamos a recibir la voz del pueblo, que es la voz más sabia y más orientadora, si no
alcanzábamos a recibir las palpitaciones del pueblo para poder transformarlas en ideas concretas, en
directivas precisas, mal podríamos dar esas directivas a la Unión de Jóvenes Comunistas. Y como la
dependencia era absoluta, como la docilidad era muy grande, la Unión de Jóvenes Comunistas navegaba
como un pequeño barquito al garete, dependiendo del gran barco: nuestras Organizaciones
Revolucionarias. Pero también éstas marchaban al garete.
Aquí de producían iniciativas pequeñas, que era lo único capaz de producir
la Unión de Jóvenes Comunistas, las cuales se transformaban a veces en slogans groseros, en
evidentes manifestaciones faltas de profundidad ideológica.
El compañero Fidel hizo seria críticas de extremismos y de expresiones,
algunas tan conocidas por todos ustedes como: "la ORI es la candela...", "somos todos socialistas,
p'lante y p'lante..." Todas aquellas cosas que criticó Fidel, y que ustedes conocen bien, eran el
reflejo del mal que gravaba nuestra revolución.
Hemos salido de esa etapa. La hemos liquidado totalmente. Sin embargo, los
organismos van siempre un poco más lentamente. Es como un mal que hubiera tenido inconsciente a una
persona. Cuando el mal cede, el cerebro recupera la claridad mental, pero todavía los miembros no
coordinan bien sus movimientos. Los primeros días después de levantarse del lecho el andar es
inseguro y poco a poco se va adquiriendo la nueva seguridad. En ese camino estamos nosotros.
Así debemos definir y analizar objetivamente todos nuestro organismos para
seguir limpiando. Saber, para no caernos, para no tropezar e irnos al suelo, que todavía caminamos
con pasos vacilantes. Conocer nuestras flaquezas para liquidarlas y adquirir más fuerza.
Esa falta de iniciativa propia se debe al desconocimiento, durante un buen
tiempo, de la dialéctica que mueve los organismos de masas y al olvido de que los organismos como la
Unión de Jóvenes Comunistas no pueden ser simplemente de Dirección, no pueden ser algo que
constantemente manden directivas hacia las bases y no reciba nada de ellas.
Se pensaba que la Unión de Jóvenes Comunistas y todas las organizaciones de
Cuba eran organizaciones de una sola línea. Una sola línea que iba desde la cabeza hacia las bases,
pero no tenían un cable de retorno que trajera la comunicación de las bases. Un doble y constante
intercambio de experiencias, de ideas, de directivas, que vienen a ser las más importantes, las que
hicieran centrar el trabajo de nuestra juventud.
Al mismo tiempo se podían recoger los puntos en que estuviera más flojo el
trabajo, los puntos donde se flaqueara más.
Nosotros vemos todavía como los jóvenes, héroes de novela casi, que pueden
entregar su vida cien veces por la revolución, que se les llama para cualquier tarea concreta y
esporádica, y marchan en masa hacia ellas. Sin embargo a veces faltan a su trabajo porque tenían una
reunión de los Jóvenes Comunistas, o porque se acostaron tarde la noche anterior discutiendo alguna
iniciativa de los Jóvenes Comunistas, o simplemente no van al trabajo porque no, sin causa
justificada.
Cuando se observa una brigada de trabajo voluntario donde se supone que
están los Jóvenes Comunistas en muchos casos no los hay. No hay uno. El dirigente tenía que ir a una
reunión, el otro estaba enfermo, el de más allá no se había enterado bien. Y el resultado es que la
actitud fundamental, la actitud de vanguardia del pueblo, la actitud de ejemplo viviente que conmueve
y lleva adelante a todo el mundo -como hicieron los jóvenes de Playa Girón-, esa actitud no se
repite en el trabajo. La seriedad que debe tener la juventud de hoy para afrontar los grandes
compromisos -y el compromiso mayor es la construcción de la sociedad socialista- no se refleja en el
trabajo concreto.