Notas para el estudio de la ideología de la Revolución Cubana
(Ernesto "Ché" Guevara)


Es esta una revolución singular en la que algunos han creído ver un desajuste con respecto a una de las premisas de lo más ortodoxo del movimiento revolucionario, expresada por Lenin así: "sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario". Convendría decir que la teoría revolucionaria, como expresión de una verdad social, esta por encima de cualquier enunciado; es decir, que la revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aún sin conocer la teoría. Es claro que el conocimiento adecuado de ésta simplifica la tarea e impide caer en peligrosos errores, siempre que esta teoría corresponda a la verdad. Además, hablando concretamente, de esta revolución, debe recalcarse que sus autores principales no eran exactamente teóricos, pero tampoco ignorantes de los grandes fenómenos sociales y los enunciados de las leyes que los rigen. Esto hizo que, sobre la base de algunos conocimientos teóricos y el profundo conocimiento de la realidad, se pudiera ir creando una teoría revolucionaria.

    Lo anterior debe considerarse un introito a la explicaión de este fenómeno curioso que tiene a todo el mundo intrigado: La Revolución Cubana. El cómo y el por qué un grupo de hombres destrozados por un ejército enormemente superior en técnica y equipo logró ir sobreviviendo primero, hacerse fuerte luego, más fuerte que el enemigo en las zonas de batalla más tarde, emigrar hacia nuevas zonas de combate, en un momento posterior, para derrotarlo finalmente en batallas campales, aunque aún con tropas muy inferiores en número, es un hecho digno de estudio en la historia del mundo contemporáneo.

    Hay que separar en la revolución Cubana dos etapas absolutamente diferentes: la de la acción armada hasta el primero de enero de 1959; la transformación política, económica y social de ahí en adelante.

    Aún estas dos etapas merecen subdivisiones sucesivas, pero no las tomaremos desde el punto de vista de la exposición histórica, sino desde el punto de vista de la evolución del pensamiento revolucionario de sus dirigentes a través del contacto con el pueblo. Incidentalmente, aquí hay que introducir una postura general frente a uno de los más controvertidos términos del mundo actual: el marxismo. Cuando preguntaban a los autores de la revolución si eran marxistas, su posición era la que tendría un físico al que se le preguntase si es "newtoniano" o a un biólogo, si es "pasteuriano".

    Hay verdades tan evidentes, tan incorporadas al conocimiento de los pueblos que ya es inútil discutirlas. Se debe ser "marxista" con la misma naturalidad con que se es "newtoniano" en física, o "pasteuriano" en biología, considerando que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado. Tal es el caso, por ejemplo, de la relatividad einsteniana o de la teoría de los "quanta" de Planck con respecto a los descubrimientos de Newton, sin embargo, eso no quita nada de su grandeza al sabio inglés. Gracias a Newton es que pudo avanzar la física hasta lograr los nuevos conceptos del espacio. El sabio inglés es el escalón necesario para ello.

    A Marx, como pensador, como investigador de las doctrinas sociales y del sistema capitalista que le tocó vivir, puede, evidentemente, objetársele ciertas incorrecciones. Nosotros, los latinoamericanos, podemos, por ejemplo, no estar de acuerdo con su interpretación de Bolívar o con el análisis que hicieran Engels y él de los mexicanos, dando por sentadas incluso ciertas teorías de las razas o las nacionalidades inadmisibles hoy. Pero los grandes hombres, descubridores de verdades luminosas, viven a pesar de sus pequeñas faltas, y éstas sirven solamente para demostrarnos que son humanos, es decir, seres que pueden incurrir en errores aún con la clara conciencia de la altura alcanzada por estos gigantes del pensamiento. Es por ello que se deben reconocer las verdades escenciales del marxismo como incorporadas al acervo cultural y científico de los pueblos y tomarlo con la misma naturalidad con que se nos da algo que ya no necesita discusión.

    Los avances en la ciencia social y política, como en otros campos, pertenecen a un largo proceso histórico cuyos eslabones se encadenan, se suman, se aglutinan y se perfeccionan constantemente. En el principio de los pueblos, existía una matemática china, árabe o hindú; hoy la matemática no tiene fronteras. Dentro de su historia cabe un Pitágoras griego, un Galileo italiano, un Newton inglés, un Gauss alemán, un Lavachevski ruso, un Einstein, etc. Así en el campo de las ciencias sociales y políticas, desde Demócrito hasta Marx, una larga serie de pensadores fueron agregando sus investigaciones originales y acumulando un cuerpo de experiencias y de doctrinas.

    El mérito de Marx es que produce de pronto en la historia del pensamiento social un cambio cualitativo; interpreta la historia, comprende su dinámica, prevée el futuro, pero, además de preverlo, donde acabaría su obligación científica, expresa un concepto revolucionario: no solo hay que interpretar la naturaleza, es preciso transformarla. El hombre deja de ser esclavo y se convierte en arquitecto de su propio destino. En este momento Marx empieza a colocarse en una situación tal, que se constituye en el blanco obligado de todos los que tienen interés especial en mantener lo viejo, como antes le pasara a Demócrito, cuya obra fue quemada por el propio Platón y sus discípulos ideólogos de la aristocracia esclavista ateniense.

    A partir de Marx revolucionario, se establece un grupo político con ideas concretas que, apoyándose en los gigantes Marx y Engels, y desarrollándose a través de etapas sucesivas, con personalidades como Lenin, Mao Tse-tung y los nuevos gobernantes soviéticos y chinos, establecen un cuerpo de doctrina y, digamos, ejemplos a seguir.

    La Revolución Cubana toma a Marx donde éste dejara la ciencia para empuñar su fusil revolucionario; y lo toma allí, no por espíruitu de revisión, de luchar contra lo que sigue a Marx, de revivir a Marx "puro", sino simplemente, porque hasta allí Marx, el científico, colocado fuera de la historia, estudiaba y vaticinaba. Después Marx revolucionario, dentro de la historia, lucharía. Los cubanos, revolucionarios prácticos, iniciando su lucha, simplemente cumplían leyes previstas por Marx el científico, y por ese camino de rebeldía, al luchar contra la vieja estructura del poder, al apoyarse en el pueblo para destruír esa estructura, y al tener como base de su lucha la felicidad del pueblo, estaban simplemente ajustándose a las predicciones del Científico Marx. Es decir, y es bueno puntualizarlo una vez más, las leyes del marxismo están presentes en los acontecimientos de la Revolución Cubana, independientemente de que sus líderes profesen o conozcan cabalmente, desde el punto de vista teórico, esas leyes.

    Para mejor comprensión del movimiento revolucionario cubano, hasta el primero de enero, habría que dividirlo en las siguientes etapas: antes del desembarco del Granma ; desde el desembarco del Granma hasta después de las victorias de la Plata y Arroyo del Infierno ; desde estas fechas hasta el Uvero y la constitución de la Segunda Columna guerrillera; de allí hasta la constitución de la Tercera y la Cuarta y la invasión hacia Sierra de Cristal y establecimiento del Segundo Frente; la huelga de abril y su fracaso; el rechazo de la gran ofensiva; la invasión hacia Las Villas.

    Cada uno de estos pequeños momentos históricos de la guerrilla va enmarcando distintos conceptos sociales y distintas apreciaciones de la realidad cubana que fueron contorneando el pensamiento de los líderes militares de la revolución, lo que, con el tiempo, reafirmaría también su condición de líderes políticos.

    Antes del desembarco del Granma, predominaba una mentalidad que hasta cierto punto pudiera llamarse subjetivista; confianza ciega en una rápida explosión popular, entusiasmo y fe en poder liquidar el poderío batistiano por un rápido alzamiento combinado con huelgas revolucionarias espontáneas y la subsiguiente caída del distador. El movimiento era el heredero directo del Partido Ortodoxo y su lema central: "Vergüenza contra dinero". Es decir, la honradez administrativa como idea principal del nuevo gobierno cubano.

    Sin embargo, Fidel Castro había anotado en "La historia me absolverá", las bases que han sido casi íntegramente cumplidas por la revolución, pero que han sido también superadas por ésta, yendo hacia una mayor profundización en el terreno económico, lo que ha traído parejamente una mayor profundización en el terreno político, nacional e internacional.

    Después del desembarco viene la derrota, la destrucción casi total de las fuerzas, su reagrupamiento e integración como guerrilla. Ya el pequeño número de sobrevivientes y, además, sobrevivientes con ánimo de lucha, se caracteriza por comprender la falsedad del esquema imaginado en cuanto a los brota espontáneos de toda la isla, y por el entendimiento de que la lucha tendrá que ser larga y deberá contar con una gran participación campesina. Aquí se inician también los primeros ingresos de los campesinos en la guerrilla y se libran dos encuentros, de poca monta en cuanto al número de combatientes pero de gran importancia psicológica debido a que borró la suceptibilidad del grupo central de esta guerrilla, constituído por elementos provenientes de la ciudad, contra los campesinos. Estos, a su vez, desconfiaban del grupo y, sobre todo, temían las bárbaras represalias del gobierno. Se demostraron en esta etapa dos cosas, ambas muy importantes para los factores interrelacionados: a los campesinos, que las bestialidades del ejército y toda la persecución no serían suficientes para acabar con la guerrilla, pero sí serían capaces de acabar con sus casas, sus cosechas y sus familias, por lo que era una buena solución refugiarse en el seno de aquélla, donde estaban cubiertas sus vidas; a su vez, aprendieron los guerrilleros la necesidad cada vez más grande de ganarse a las masas campesinas, para lo cual, obviamente, había que ofrecerles algo que ellos ansiaran con todas sus fuerzas: y no hay nada que un campesino quiera más que la tierra.

    Prosigue después una etapa nómada en la cual el Ejército Rebelde fue conquistando zonas de influencia. No pudo permanecer mucho tiempo allí pero el ejército enemigo tampoco logró hacerlo y apenas pudo internarse. En diversos combates se fue estableciendo una especie de frente no bien delimitado entre las dos partes.

    El 28 de mayo de 1957 se marca un hilo, al atacar en el Uvero a una guarnición bien armada, bastante bien atrincherada y con posibilidades de recibir refuerzos rápidamente, al lado del mar y con aeropuerto. La victoria de las fuerzas rebeldes en este combate, uno de los más sangrientos llevado a cabo, ya que quedó un treinta por ciento de las fuerzas que entraron en combate fuera de él, muertas o heridas, hizo cambiar totalmente el panorama; ya había un territorio en el cual el Ejército Rebelde campeaba por sus respectos, de donde no se filtraban hacia el enemigo las noticias de ese ejército y de donde podía, en rápidos golpes de manos, descender a los llanos y atacar puestos del adversario.

    Poco después, se produce ya la primera segregación y se establecen dos columnas combatientes. La segunda lleva, por razones de enmascaramiento bastante infantiles, el nombre de 4a. Columna. Inmediatamente dan muestras de actividad las dos y, el 26 de Julio, se ataca a Estrada Palma y, cinco días después, a Bueycito, a unos treinta kilómetros de este lugar. Ya las manifestaciones de fuerza son más importantes, se espera a pie firme a los represores, se les detiene en varias tentativas de subir a la sierra y se establecen frentes de lucha con amplias zonas de tierra de nadie, vulneradas por incursiones punitivas de los dos bandos pero manteniéndose, aproximadamente, los mismos frentes.

    Sin embargo, la guerrilla va emgrosando sus fuerzas con sustancial aporte de los campesinos de la zona y de algunos miembros del Movimiento en las ciudades, haciéndose más combativa, aumentando su espíritu de lucha. Parten en febrero del año '58, después de soportar algunas ofensivas que son rechazadas, las columnas de Almeida, la 3, a ocupar su lugar cerca de Santiago y la de Raúl Castro, que recibe el número 6 y el nombre de un héroe revolucionario, Frank País, muerto pocos meses antes. Raúl realiza la hazaña de cruzar la carretera central los primeros días de marzo de ese año; internándose en las lomas de Mayari y creando el Segundo Frente Oriental Frank País.

    Los éxitos crecientes de las fuerzas rebeldes se iban filtrando a través de la censura y el pueblo iba rápidamente alcanzando el climax de su actividad revolucionaria. Fue en ese momento que se planteó, desde la Habana, la lucha en todo el territorio nacional mediante una huelga general revolucionaria que debía destruír la fuerza del enemigo, atacándola simultáneamente en todos los puntos.

    La función del Ejército Rebelde sería, en este caso, la de un catalizador o, quizás, la de una "espina irritativa" para desencadenar el movimiento. En esos días las guerrillas aumentaron su actividad, y empezó a crear su leyenda heroica Camilo Cienfuegos, luchando por primera vez en los llanos orientales, con un sentido organizativo y respondiendo a una dirección central.

    La huelga revolucionaria, sin embargo, no estuvo planteada adecuadamente, pues desconocía la importancia de la unidad obrera y no se buscó el que los trabajadores, en el ejercicio mismo de su actividad revolucionaria, eligieran el momento preciso. Se pretendió dar un golpe de mano clandestino, llamando a la huelga desde una radio, ignorando que el secreto del día y la hora se había filtrado a los esbirros pero no al pueblo. El movimiento huelguístico fracasó, siendo asesinados inmisericordemente un buen y selecto grupo de patriotas revolucionarios.

    Como dato curioso, que debe anotarse alguna vez en la historia de esta revolución, Jules Dubois, el correveidile de los monopolios norteamericanos, conocía de antemano el día en que se desencadenaría la huelga.

    En este momento se produce uno de los cambios cualitativos más importantes en el desarrollo de la guerra, al adquirirse la certidumbre de que el triunfo se lograría solamente por el aumento de las fuerzas guerrilleras, hasta derrotar al ejército enemigo en batallas campales.

    Entonces, ya se fueron estableciendo amplias relaciones con el campesinado: el Ejército Rebelde dictó sus códigos penales y civiles, comenzó a impartir justicia, a repartir alimentos y a cobrar impuestos en las zonas administradas. Las zonas aledañas recibieron también la influencia del Ejército Rebelde, pero se preparaban grandes ofensivas que, en dos meses de lucha, arrojaron un saldo de mil bajas para el ejército invasor, totalmente desmoralizado, y un aumento de seiscientas armas de la capacidad combatiente del Ejército Rebelde.

    Así, quedó demostrado que el ejército batistiano no pudo derrotarlos, definitivamente, no hubo fuerza en Cuba capaz de hacer doblegar los picachos de la Sierra Maestra y todas las lomas del Segundo Frente Oriental Frank País; los caminos se tornaron intransitables en Oriente para las tropas de la tiranía. Derrotada la ofensiva, se encargó a Camilo Cienfuegos, con la Columna No. 2, y el autor de estas líneas, con la Columna No. 8 Ciro Redondo, el Cruzar la provincia de Camagüey, establecerse en Las Villas y cortar las comunicaciones del enemigo. Camilo debía luego seguir su avance para repetir la hazaña del héroe cuyo nombre lleva su columna, Antonio Maceo: la invasión total de Oriente a Occidente.

    La guerra muestró en este momento una nueva característica; la correlación de fuerzas se vuelca hacia la revolución, dos pequeñas columnas de ochenta, y ciento cuarenta hombres, cruzarían durante mes y medio los llanos de Camagüey, constantemente cercados y acosados por un ejército que movilizaba miles de soldados, llegarían a Las Villas e inciarían la tarea de cortar en dos la isla.

    "A veces resulta extraño, otras veces incomprensible y, algunas más, increíble el que se puedan batir dos columnas de tan pequeño tamaño, sin comunicaciones, sin movilidad, sin las más elementales armas de la guerra moderna, contra ejércitos bien adiestrados y sobrearmados. Lo fundamental es la característica de cada grupo; cuanto más incómodo está, cuanto más adentrado en los rigores de la naturaleza, el guerrillero se siente más en su casa, su moral más alta, su moral más alta, su sentido de seguridad, más grande. Al mismo tiempo, en cualquier circunstancia ha venido ha jugar su vida, a tirarla a la suerte de una moneda cualquiera y, en líneas generales, del resultado final del combate importa poco el que el guerrillero-individuo salga vivo o no".

    El soldado enemigo, en el ejemplo cubano, es el socio menor del dictador, el hombre que recibe la última de las migajas que le ha dejado el penúltimo de los aprovechados, de una larga cadena que se inicia en Wall Street y acaba en él. Está dispuesto a defenderlos, en la misma medida en que ellos sean importantes. Sus sueldos y sus prebendas salen algunos sufrimientos y algunos peligros, pero nunca valen su vida; si el precio de mantenerlos debe pagarse con ella, mejor es dejarlos, es decir, replegarse frente al peligro guerrillero. De estos dos conceptos y estas dos morales, surge la diferencia, que haría crisis el 31 de diciembre de 1958.

    Se fue estableciendo cada vez más claramente la superioridad del Ejército Rebelde y, además, se demuestró, con la llegada a Las Villas de las columnas, la mayor popularidad del Movimiento 26 de Julio sobre todos los otros: El Directorio Revolucionario, el Segundo Frente de Las Villas, el Partido Socialista Popular y algunas pequeñas guerrillas de la Organización Auténtica. Esto era debido en mayor parte a la personalidad magnética de su líder, Fidel Castro, pero también influía la mayor justeza de la línea revolucionaria.

    Aquí acaba la insurrección, pero los hombres que llegaban a la Habana después de dos años de ardorosa lucha en las sierras y los llanos de Oriente; en los llanos de Camagüey y en las montañas; los llanos y ciudades de Las Villas, no eran ideológicamente, los mismos que llegaron a las playas de Las Coloradas, o que se incorporaron en el primer momento a la lucha. Su desconfianza en el campesino se convirtió en afecto y respeto por las virtudes del mismo, su desconocimiento total de la vida en los campos se convirtió en un conocimiento absoluto de las necesidades de los guajiros; sus coqueteos con la estadística y con la teoría fueron anulados por el cemento que es la práctica.

    Con la reforma Agraria como bandera, cuya ejecución empezó en la Sierra Maestra, llegaban esos hombres a toparse con el imperialismo; sabían que la Reforma Agraria es la base sobre la que debe edificarse la nueva Cuba; sabían también que la Reforma Agraria dará tierra a todos los desposeídos pero desposeerá a los injustos poseedores; y sabían que los más grandes de los injustos poseedores eran también influyentes hombres en el Departamentp de Estado o en el gobierno de los Estados Unidos de América, pero aprendieron a vencer las disficultades con valor, con audacia y, sobre todo, con el apoyo del pueblo, y lograron ver el futuro de la liberación que aguardaba del otro lado de los sufrimientos.

    Para llegar a esa idea final de sus metas, se caminó mucho y se cambió bastante. Paralelos a los sucesivos cambios cualitativos ocurridos en los frentes de batalla, corrían los cambios de recomposición social de la guerrilla y también las transformaciones ideológicas de sus jefes. Porque cada uno de estos procesos, de estos cambios, constituyeron efectivamente un cambio de calidad en la composición, en la fuerza, en la madurez revolucionaria del Ejército Rebelde. El campesino le fue dando su vigor, su capacidad de sufrimiento, su conocimiento del terreno, su amor a la tierra, su hambre de Reforma Agraria. El intelectual, de cualquier tipo, puso su pequeño grano de arena empezando un esbozo de la teoría. El obrero dió su sentido de organización, su tendencia innata de la reunión y la unificación. Por sobre todas estas cosas está el ejemplo de las fuerzas rebeldes que ya habían demostrado ser mucho más que una "espina irritativa" y cuya lección fue enardeciendo y levantando a las masas hasta que perdieron el miedo a los verdugos. Nunca antes fue tan claro el concepto de interacción. Y poder sentir como esa interacción iba madurando, enseñando la eficacia de la insurrección armada, la fuerza que tiene un hombre cuando, para defenderse de otros hombres, tiene un arma en la mano y una decisión de triunfo en las pupilas; y los campesinos, mostrando las artimañas de la sierra, la fuerza que es necesaria para vivir y triunfar en ella, y las dosis de tesón, de capacidad de sacrificio que es necesario tener para llevar adelante el destino de un pueblo.

    Por eso, cuando bañados en sudor campesino, con un horizonte de montañas y de nubes, bajo el sol ardiente de la isla, entraron a La Habana el jefe rebelde y su cortejo, una nueva "escalinata del jardín de invierno, subía la historia con los pies del pueblo".


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