Tengo un sueño
(Martin Luther King)


Tengo el sueño de que un día mis hijos vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel, sino por su valor como personas.

    Tengo un sueño, hoy.

    Sueño que un día el estado de Alabama, cuyo gobernador se llena ahora la boca con palabras como intervención y anulación de los derechos, se transformará en un lugar donde los niños y las niñas negros podrán estrechar sus manos con los niños y las niñas blancas, y caminarán juntos como hermanos y hermanas.
    Tengo un sueño, hoy. He soñado que un día, los valles ascenderán, las montañas y colinas se allanarán, lo agreste se tornará suave, lo torcido se enderezará y la gloria del Señor será revelada para que todos los hombres la contemplen unidos.

    Esta es nuestra esperanza. Esta es la esperanza con la que retorno al sur, la fe con la que seremos capaces de extraer de la montaña de la desesperación una roca de esperanza. Con ella sabremos transformar las desavenencias y discordias de nuestro país en una armoniosa sinfonía de hermandad. Es la fe que nos permitirá trabajar juntos, orar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos y luchar juntos por la libertad, con la certidumbre de que un día seremos libres.

    Ese será el día en que todos los hijos de Dios podrán cantar con nuevo significado: "Es a ti, mi país, dulce tierra de libertad, a quien canto. Tierra donde mis padres murieron, orgullo del peregrino, desde cada extremo de tus montañas deja que resuene la libertad".

    Y si América, rica ha de ser una gran nación, así tendrá que suceder.
    ¡Deja que la libertad resuene desde las portentosas colinas de New Hampshire!
    ¡Deja que la libertad resuene desde las firmes montañas de Nueva York!
    ¡Deja que la libertad resuene sobre los intrincados picachos de California!
    Pero no sólo eso: ¡deja que la libertad resuene desde las Stone Mountain de Georgia!

    Deja que la libertad resuene desde cada ladera y cada madriguera del Mississippi. Desde cada extremo de tus montañas, deja que la libertad resuene.

    Cuando permitamos que la libertad resuene, cuando la proclamemos desde cada pueblo y cada aldea, desde cada ciudad y cada estado, entonces podremos marchar decididos hacia ese día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, seremos capaces de unir nuestras manos y cantar las palabras de aquel antiguo espiritual negro: "¡Libres al fin! ¡Libres al fin! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos libres al fin!"

1963


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